De cumbre en cumbre andamos

CARLOS MANUEL CADENAS

 

De cumbre en cumbre andamos, empeñados en salvar al planeta, hablando que ya el hombre no es el lobo del hombre, como dijera no sé quién en la tal ilustración, ahora el hombre es el lobo de la naturaleza, un lobo feroz que teje una celada a esa abuelita de todos. Pobre abuelita.

Caperucita salta de alegría cuando convocan a una cumbre, en su inocencia no entiende que esos encuentros de los gobernantes no producen nada, que se encierran disque a discutir, pero traen todo guisado, los documentos montados, los acuerdos confeccionados para que en nombre del cambio, nada cambie. Mi pequeña Caperucita, en las cumbres pasa lo que en todas partes, los poderosos son los que deciden, los pendejos firman sin chistar, los rebeldes se molestan, pelean, pero al final de la jornada, se hace lo que los grandes grupos económicos les viene en gana.

La tierra, que si está pilas, mira lo de las cumbres como son: un vacilón de los títeres que hacen que gobiernan a los países industrializados, se vacila la opereta tristona de los Obama, sospecha que no basta ser negrito para garantizar hacer gobiernos dignos, la madre tierra entiende que Obama no es la mano que mece la cuna, él es sólo la niñera de los capitales que mueven la economía mundial. Tienes que saberlo Caperucita.

No llores por el deshielo de los glaciales de África, NI POR LOS POLOS, no te asustes por el efecto invernadero, si el termómetro se desborda de calor, no te debes preocupar por unos grados demás, es bueno para la piel, y si se acompaña de mayor radiación ultravioleta, eso dispara la economía de los que fabrican fármacos y bloqueadores solares. Tranquila Caperucita, que el equipo de los que siempre ganan, sigue ganado.

Te cuento abuelita que en COUPEHAGUE en los salones de discusión había calefacción, mientras afuera en la calle hacía un frío de los mil demonios, pero ahí estaban cientos de loquitos peleándose con los policías, aguantando el hielo y las macanas, ellos que en las cumbres van a aguarle la fiesta a los amos del mundo, gritaban que el problema era el sistema, que había que cambiar todo: producción, distribución, consumo, trabajo, organización, conciencia. Imagínate abuelita, cambiar el sistema, sacarle tarjeta de expulsión al capitalismo. La policía cumplía con su deber, dar palo a los rebeldes, así es la cosa por estas calles, por estos cuentos.

Caperucita, habían otros locos adentro, en plena cumbre, saboteando al Tío Sam, pidiendo reglas claras, honestidad, ¡caramba que locos! A quién se le ocurre pedirles honestidad e igualdad a los Señores Feudales de la industria. Ahí estaba el tal Chávez, el Evo, unos negritos, (porque ahora en áfrica hay presidentes negros y  hasta se alzan), hasta el Lula, todos dándole guerra al bueno de Obama. Claro, era de esperarse, esos comunistas quieren también que el sistema se hunda. Es que ellos son unos envidiosos, deberían pasarse al capitalismo, pero que va, se la pasan hablando de un señor con nombre raro, Humanismo, pero ese nombrecito no rima con Capitalismo, o mejor dicho, no rima bien, porque el Capitalismo es más chulo, da caché ser capitalista, es moderno, es sabrosito dominar a los demás, explotarlos. No me mires raro Caperucita, los equivocados son los equivocados, el capitalismo no se equivoca, a la naturaleza hay que perseguirla hasta que se acabe.

De cumbre en cumbre llegamos a nada, Caperucita, te están matando a la abuelita.

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